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Las mascotas en la familia


La mascota y la familia forman un conjunto, para muchos, inseparable. Aquellos que compartimos convivencia con mascotas aseguramos encontrar en ellas no sólo a un compañero o un recuerdo en el tiempo capaz de arrancarnos con facilidad una sonrisa sino que vemos a un miembro más de la familia, indispensable como cualquier otro lazo sanguíneo; del que responsabilizarnos, cuidar y con el que hallar verdaderamente lo mejor de cada uno y descubrirlo en nuestros más cercanos.

Una mascota en la familia puede ser precursora de beneficios saludables representados en diversidad de aspectos igual que para el propio entorno doméstico. Sin distinción entre los más pequeños a nuestros mayores, el apoyo de contar con su presencia es capaz de estimular desde las emociones hasta la misma práctica física.


En los aspectos más emocionales esta relación de la mascota y la familia fomenta la consolidación y unión del entorno familiar; refuerza bases más sólidas en el gran reto de las enseñanzas de nuestros hijos, atribuyendo aptitudes en el aprendizaje acerca de sentimientos de responsabilidad, tutela, enriquecimiento personal y la importante inserción, respeto y conciencia del niño en la Naturaleza. La mascota enaltece la vitalidad de los niños, ese alivio y alegría pegadiza en los padres por el cariño que sus pequeños entregan libremente a los animales sin nada a cambio.

Otro de los motivos positivos de la unión de la mascota y la familia viene arraigado por un grupo de investigadores de la Universidad de Finlandia, quienes afirmaron que tanto perros como gatos mejoran el sistema inmunológico de los niños. Esta curiosa declaración se sustenta de la idea en que se ven reforzadas sus defensas, incluso antes de su nacimiento, al verse criados en un entorno con mayor número de bacterias. En los inviernos, estos niños con mascotas tienen mayor resistencia a caer enfermos por los resfriados de la época y también previenen las infecciones de oído en los bebés.


A los adultos los vuelve más disciplinados al verse sujetos a la responsabilidad de criarlos y, especialmente, para la tercera edad un amigo de cuatro patas mitiga la soledad tan arraigada en la sociedad de nuestros días. Son un apoyo en todos los sentidos pues encargándose de sus cuidados necesarios ganan una rutina diaria, alivian la depresión y enfrentan el sedentarismo.

La realidad que todos descubrimos con las mascotas es su innata capacidad de volvernos personas más sociables y abiertas. Ya sea comentando las posibles anécdotas que vivamos a su lado y compartamos con el resto de miembros del hogar con los que nos une el afecto al animal -como en los casos donde los paseamos junto a nuestros seres queridos- o ya sea por el contacto habitual con otras personas que también estén disfrutando de un buen rato jugando en el parque con sus peludos amigos. Estos mismos nos sirven de ejemplo para unirnos a las personas que como ellos entran en contacto con los suyos o curiosean sobre otros animales que reclamen su atención, apreciando todo detalle alrededor. Salir a caminar, montar en bicicleta o correr con nuestras mascotas puede funcionar como un revitalizador ejercicio que acrecienta nuestra felicidad.


No sólo es felicidad lo que es capaz de brindar la mascota a la familia como estamos viendo sino que, además, se puede justificar gracias a diversas investigaciones en las que han podido concluir cómo reducen el estrés y con este la tensión sanguínea tan sólo, por ejemplo, con tener un perro y, en su lugar se ve incrementada la hormona del bienestar, esa misma que segrega una madre con sus hijos. ¿Acaso se necesita más para asegurarnos de que sea otro miembro de nuestra familia? La mascota y la familia son significativos sinónimos para todos los amantes de su compañía.

En definitiva, la relación entre los animales domésticos y el núcleo familiar consta de un intercambio de beneficios al más puro y natural estilo quid pro quo. Es por eso que como miembro integrante de una comunidad como lo es el vínculo con la familia, tenemos que tener en cuenta sus cuidados y bienestar de igual manera que él nos regala la satisfacción e importantes ganancias positivas tanto para abuelos, hijos y padres. Lo menos que podemos hacer por ellos es cubrir sus necesidades fundamentales basadas entre otras, en una alimentación adecuada, saludable y equilibrada como la que nosotros mismos necesitamos, pues no somos tan dispares, como la experiencia a su lado nos enseña, a nuestros más fieles compañeros, a nuestra familia.



 
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