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¿Cómo es vivir con un gemelo idéntico?


Ser iguales pero diferentes a la vez. Ser dos en un cuerpo (casi) idéntico. Crecer con un espejo. Compartir la vida con un hermano que además es amigo y compañero, conocer y descubrir juntos el mundo. Así se siente tener a un hermano gemelo, de acuerdo a los diez hermanos que hablaron con Domingo. Para ellos, crecer con un igual nunca fue un problema. A veces se pelean, —como todo hermano— pero, en general, resuelven bien las diferencias. Porque, en definitiva, en ellas está la clave: son iguales sí, pero ante todo, son dos personas distintas.

Clínicamente no es lo mismo ser un mellizo o gemelo idéntico que no serlo (...) Cuando uno quiere referirse a que proceden del mismo huevo tiene que decir mellizos idénticos", explica el profesor de psiquiatría de niños y adolescentes y psicoterapeuta, Miguel Ángel Cherro. "En la evolución normal y saludable de un mellizo idéntico uno espera que logre una vivencia de mismidad personal y única, que inevitablemente debe coexistir con un núcleo compartido que arrastra consigo desde que se gestó", agrega. Estas historias son, entonces, de hermanos que crecen sabiendo que en frente, siempre tienen un espejo.


Las "melli".

Sus padres les dicen que no se las confundían cuando eran niñas. Pero ellas a veces se preguntan si no estarán cambiadas, si Sharon no será Cynthia o Cynthia no será Sharon. Se ríen cuando lo piensan. Eso sí, a los seis años Cynthia se golpeó la cabeza y una cicatriz la ayudó a ser "la misma" persona a partir de ese momento.

Las "melli" Boné son idénticas. Dicen que su abuela se las confunde y que a sus padres, si las ven de atrás, les cuesta reconocerlas. Y ellas se divierten confundiéndolos.

Nunca buscaron diferenciarse intencionalmente, eso sí, cuando eran niñas y su mamá quería vestirlas iguales, a ellas les molestaba. "A veces decimos que nos queremos cortar el pelo o teñir, pero es por nosotras mismas, no para ser distintas". Sin embargo, son muchas las cosas que las distinguen: Sharon estudia Economía, Cynthia Relaciones laborales. Sharon es más frontal y dominante, Cynthia más reservada y tranquila. "Yo soy más distraída y tímida", dice. "Las dos somos tímidas", agrega Sharon. "Sí, pero vos si tenés que decir algo en la cara vas y lo decís, yo soy más reservada", aclara Cynthia.

Siempre fueron a la misma escuela, pero a diferentes clases. Ellas hubieran preferido estar juntas. Siempre se buscaban los recreos. "Yo me adueñé de las amigas de Sharon", se ríe Cynthia. Y esas amigas son las que comparten hasta hoy, que tienen 22 años.


A veces, dicen, tienen una conexión especial. "Cynthia me dice algo y yo justo estaba pensando en eso", cuenta Sharon. "Y me ha pasado de estar sola en casa de noche y tener miedo y justo ella me escribe", agrega. "¿En serio?, no sabía eso", se ríe Cynthia. "A mí me ha pasado que ella me pregunta si me pasa algo solo por preguntarme, es como un presentimiento de que a mí me pasa algo". Y le pasa.

Como son del interior, se vinieron juntas a Montevideo para estudiar. "Eso seguro nos costó menos que a alguien que se tiene que venir solo. Nosotras siempre estamos de a dos, y hasta nos divertía venirnos", dicen. Tenerse siempre la una a la otra, quizás eso sea lo mejor de ser dos (iguales).
Crecer juntas.

Son iguales pero ellas saben que son distintas. Saben, además, que conocerlas es diferenciarlas. Fiorella y Giovanna Dini tienen 19 años. Fiorella estudia profesorado de Historia y Giovanna Medicina. Fiorella es de Peñarol y Giovanna de Nacional. A Fiorella le gusta el Taekwondo y a Giovanna la gimnasia artística. Son iguales, es cierto, pero también son distintas. Muy distintas. "No consideramos que somos idénticas porque tenemos personalidades muy distintas y desde chicas nuestros padres nos criaron como si fuéramos diferentes y así somos", dicen. Para ellas tener una hermana gemela, es decir, tenerse la una a la otra es como vivir con su mejor amiga: "Si llegás una noche y tenés ganas de desahogarte nada mejor que poder ir a la cama de la otra y sentarnos a hablar. Aparte, al tener la misma edad vamos pasando por las mismas cosas juntas mientras crecemos y vamos conociendo el mundo".


No son de esas gemelas que aprovechan las circunstancias de ser iguales. Solo lo hicieron en una ocasión, cuando eran niñas. Como iban a una escuela rural, siempre estuvieron en la misma clase. Allí les servían el desayuno, el almuerzo y la merienda. Como a ninguna de las dos le gustaba la leche en polvo, se turnaban para devolver las bandejas a la cocina con la leche de ambas para que no se dieran cuenta de que ninguna de las hermanas la tomaba.

"Un día a Giovanna se le ocurrió dejar la bandeja en el pasillo que iba a la cocina porque se le habían caído las tazas y había ensuciado todo". La maestra les preguntó cuál había sido y ninguna de las dos dijo nada. Como no lograron identificar quién había sido la del desastre, fueron las dos a la dirección. Ninguna habló. Las dos se quedaron sin recreo. "Mejor las dos juntas que una sola, ¿no?", dice Fiorella. Otra vez, cuando eran más grandes, en el liceo, entraron a clases cambiadas, con todos sus compañeros como cómplices, solo para ver si el profesor se daba cuenta. "Y no, nunca se dan cuenta", cuentan. Ahora, se divierten atendiendo el celular de la otra, porque la voz sí la tienen idéntica. "Como las dos tenemos novio, cuando nos llaman nos hacemos pasar por la otra. Al final nos terminan descubriendo, pero es muy gracioso".


Nunca se vistieron del mismo color, ni usaron la misma ropa. Nunca buscaron ser iguales, ni tampoco diferenciarse. Simplemente fueron ellas: similares pero distintas, buscándose y encontrándose siempre, para crecer juntas y de a dos.

 
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